La
identidad se relaciona con la filosofía en cuanto explicación de la vida misma,
como estructuración de cosas dichas, como lenguaje de formas, signos y símbolos
que determinan al hombre en términos de cultura. El hombre es un sujeto con
identidad, se conforma por su pertenencia social y cultural; más allá de
formalismos, el fenómeno que implica el hombre como ser concreto, vital,
histórico, biológico y con esencias escondidas dispuestas a ser reveladas bajo
estructuras propias del lenguaje.
Interpretar, encontrar el sentido, es el legado empleado en la literatura que nos recuerda lo
que somos o podemos ser, identidad de lo que escribimos o hablamos de nosotros
mismos; la idea de un aglomerado mecánico de frases que se estructuran como lo
real; no es el contenido de las palabras lo que condiciona una determinada
forma, sino que es la forma la que genera en cada caso sus contenidos.
La
identidad se explica y significa como fenómeno, como ontología, como diálogo en
el sentido psicoanalítico de ser consciente; en efecto, es en el lenguaje donde
se desarrolla el proceso de génesis humana, conocer es llegar a ser uno mismo; el
conocimiento de la identidad es literatura como producto de creación con sus
fuentes y fundamentos, con una historia de sus orígenes, influencias y efectos
que pasan a segundo término cediendo el puesto a la idea de que la palabra
escrita es signo y representación
simbólica de algo que se encuentra más allá de ella misma y que hay que describir
como parte del sentido de realidad, como antropología y arqueología del saber.
Tu
identidad a partir de cosas dichas; cuéntame quién eres, de dónde vienes y a dónde
vas y me estarás revelando los códigos que han conformado tu sentido de
pertenencia.
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