La
vida de consumo se consume en el sinsentido hedonista.
La
felicidad se compra, esa es la mentalidad del consumidor. Los hedonistas, hoy
disfrutan comprando lo que les ofrece bienestar. En la sociedad actual, la vida
va de los aparadores al pago con ahorros y acumulación de puntos, con tarjetas
plus y cajas registradoras de los supermercados; en un aparador se encierra el
disfrute; la conquista de la felicidad es de consumo instantáneo, la publicidad
es la ventana al encuentro con la otra mitad que hace posible que seas
realmente tú; la otra mitad de ti decía una marca de perfumes.
El
placer es una cuestión cultural entre los consumidores; hoy se desconfía de los
que afirman que la libertad es elegir el dolor como forma de arribo a la plenitud,
la pureza, el destino fatal de la salvación del alma. La filosofía de las
buenas ideas; revelarse vende, la originalidad se consigue con la marca, se
vive y se calza de noche, el disfrute de la vida es vivir el momento, pasajero
de un tren de vida, que su destino es no tener destino, compromiso o
responsabilidad.
Tú, cómo compras, conquistas o presumes ser feliz; yo preguntándote, quizá también buscando respuestas; bien vale entonces la espera de tus respuesta o tus propias preguntas al destino obligado de ser feliz.
Tú, cómo compras, conquistas o presumes ser feliz; yo preguntándote, quizá también buscando respuestas; bien vale entonces la espera de tus respuesta o tus propias preguntas al destino obligado de ser feliz.
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